Saturday, October 17, 2009

¡Cuídate de las tres Efes!

Estuve hace unos días en Asís, ciudad del santo patrón de mi comunidad,  impartiendo , junto a nuestra fundadora María Sangiovanni , un curso sobre los carismas del Espíritu Santo. Tuvimos participantes de toda Italia, de Francia y la asistencia de doce de nuestros hermanos de la Casa Santísima Trinidad de Madrid, España.

Mientras impartíamos el curso meditaba en varias cosas.

Entre recesos y caminando por aquella pequeña “gran” ciudad, María me contaba como el Padre Emiliano, Evaristo y ella, mientras hacían un retiro los tres, en el año 1981 y visitaban el lugar que se llama el "Eremo" o la "Carcere" en el Monte Subasio, a donde se refugiaba San Francisco a orar en las cuevas, y estando ellos de visita en la Capilla, recibieron la confirmación de que San Francisco sería quien nos acompañaría en nuestra vocación de  Siervos de Cristo Vivo como Patrón de la Comunidad.

Y es que Francisco es un ejemplo para todo Siervo. Fue un contemplativo, un adorador, un restaurador de almas incansable. Es un ejemplo también de celo  evangelizador y sobre todo un ejemplo de un hombre  transformado. En Francisco tenemos un laico que contemplando el corazón de Dios se convirtió en mensajero de Amor y Misericordia fue en esa constante contemplación que "sufrió" una poderosa transformación.  

Su respeto y su amor por las almas y por la Iglesia, nos muestra lo que se produce en un corazón que está dispuesto a que Jesús le de los sentimientos de Su corazón.

Palabras de Sabiduría

Como Siervo Misionero que soy, me era imposible olvidar,  a propósito de los carismas, aquellas palabras de sabiduría que recibí de los labios de Evaristo Guzmán cuando comenzaba a internacionalizarse el Ministerio de Canto y Música al cual el Señor me ha llamado. En este me he sentido como cuando un amo pone a su siervo en un  lugar que el mismo siervo nunca se pondría; mas reconozco que el Divino Amo sabe como equipar a su siervo para lo que le encomienda.

En uno de esos viajes que hice a Puerto Rico, fui a visitar a  Evaristo y a Yolanda a la casa de los Lladó en donde estuvieron viviendo un buen tiempo, mientras recibía tratamiento para el cancer. Mientras conversábamos, Evaro me dio unas  palabras de sabiduría. Quiero recordarles que una Palabra de Sabiduría es una palabra que Dios da, como carisma,  para aclarar y/o solucionar un problema o situación que estamos enfrentando.

En esos momentos yo estaba recibiendo innumerables invitaciones a eventos de todo tipo, además de que había pasado del servicio anónimo a una forma de servir mas pública, forma que también ha acompañado a algunos Siervos de Cristo Vivo desde los inicios de nuestra comunidad.

Esta forma de servir, mucho más visible o pública, frente a la mirada de muchos es admirable y  para otros,  es criticable. La verdad es que para mí no es ni mejor ni peor que servir sin ser visto. Pero servir como predicador, animador de asamblea, cantante, etc...es algo que edifica y reaviva la fe del pueblo visiblemente.

Creo que las personas que estamos llamados a un tipo de servicio más visible debemos tener más cuidado, porque surgen a veces muchas tentaciones en el camino.

Por ello fueron tan iluminadoras  las palabras que recibí de Evaro en aquellos momentos de transición ministerial para mi.
Son palabras que quizás ya hayas escuchado y quizás hasta yo en parte también pude haberlas escuchado, pero que en ese momento vinieron de Dios para mi, a través de Evaristo. 

Las tres Efes

"Cuidate de las tres efes". - me dijo. "¿Las tres efes?" le pregunté.
"Sí, la fama, la fortuna y las faldas." - me respondió, con seriedad paternal. "Estas cosas pueden empañar la pureza de intención así como la razón por la cual un Siervo de Cristo Vivo esté dando testimonio en el mundo." 
En Asís tuve la oportunidad de meditar de nuevo sobre el cuidarse de las tres efes que pueden llegar a ser tres tentaciones para cualquier SCV. Veámoslas una a una.
 
La fama

Aunque la fama es relativa, cuando toma dominio de nuestra intención o voluntad , se tuerce el sentido del porqué servimos y a Quién servimos. La fama, si Dios nos la concede,  la debemos recibir como una oportunidad para dar testimonio de Jesucristo, así como vimos que el padre Emiliano hacía cuando lo invitaban a eventos multitudinarios o a ser entrevistado en algún programa de televisión, radio o revista famosa. La fama para nosotros no es más que una plataforma para testificar sobre El. Si esto no lo cuidamos en todo momento,  entonces nuestro corazón corre peligro de "infectarse" de un gusanillo que podría transformarse en una de esas Mariposas negras de las que se dice que traen fiebre.  Estamos llamados a tener la audacia de un siervo libre de corazón y obediente,  hasta el extremo de obedecer a nuestro amo aun en situaciones que puedan hacernos perder nuestra propia fama. 
 
 La fortuna

Fortuna es sinónimo de riqueza. La riqueza al igual que la fama no es mala en si misma. En la Biblia y en nuestra comunidad tenemos testimonios de personas que pudiéramos denominar como ricos,  pero que poseen un  corazón libre de las riquezas. Las riquezas vienen a ser una traba cuando ellas vienen a ocupar un lugar central en el ministerio.

Noto, con pesadumbre, que hoy día se estila el preguntar a los predicadores y ministerios de música cual es su "tarifa", es decir,  cuánto dinero hay que darles para que dicha persona ejercite su ministerio en la actividad o comunidad a la que se le invita. Esto,  además de no ser bíblico,  no es propio de la espiritualidad de un Siervo.  Un Siervo no tiene que ser pagado para servir.

Sé que algunos dedicamos gran parte de nuestro tiempo al ministerio, pero esto lo hacemos porque nos ha llamado el Señor a servir, no nos llama a servirnos nosotros del ministerio. Podemos recibir una ofrenda voluntaria de parte de la comunidad a la que vamos a servir, así como el cubrirnos los gastos de transportación, pero el estar  "usando" el ministerio para adquirir “fortuna” es un peligro del cual tenemos que cuidarnos los Siervos Misioneros y los Siervos que tienen un ministerio en el "mundo laical",  léase negocios, política, etc... Estamos llamados a dar testimonio de transparencia hasta en el "cómo" obtenemos el dinero que llega a nuestras manos. 
 
Las faldas

Aunque en el momento en que Evaro me dijo esto yo estaba soltero,  es algo de lo que debemos siempre tener cuidado, casados o solteros. En el caso de los hombres hay que tener cuidado con "las faldas" y las mujeres con “los pantalones”, es decir , cuidado con los deslices en el trato hacia el sexo opuesto.

Sabemos que cada persona pasa por etapas en las cuales esto puede ser una tentación más fuerte que en otros momentos. Se entiende que depende mucho de la etapa en la vida que se esté viviendo. De todos modos es algo de lo que todo Siervo debe cuidarse, cuidar la fidelidad al estado en el cual nos encontramos.

Hacer como Jesús
 
 San Francisco decía: “cuando no encuentras en el Evangelio una enseñanza específica sobre algo, pide al Espíritu Santo guía y HAZ LO QUE JESÚS HARÍA”. Reflexionando  con el santo, habría pues que decir que si viene la fama, vívela como Jesús la viviría, úsala cómo Jesús la usaría y no que la fama te use a ti.

Si te llega la fortuna,  úsala para lo que Jesús la usaría o pregúntate cómo Jesús la usaría. Si Jesús estuviera en “tus zapatos”, ¿cómo negociaría, vendería o cobraría? ¿Tendría tarifa su ministerio? Que nuestro motor sea servir y no  el buscar el beneficio que podamos obtener por servir, ya sea un beneficio espiritual o económico.

Y nunca perder de vista que ¡La mayor fortuna de un siervo es tenerle a El!

Tratemos al sexo opuesto como lo haría Jesús. No “coqueteemos” con ideas o acciones que estén fuera de nuestro estado, seamos solteros o casados, laicos o religiosos. Mantengamos nuestro trato hacia el sexo opuesto bajo la luz de Dios. Que andemos por la vida según Efesios 4,1 “a la altura del llamado que tenemos”.

Un privilegio y una responsabilidad

Ser servidor, predicador, cantar para Dios es para mí un privilegio, un llamado directo y personal de El, pero a la vez es una gran responsabilidad.

Son muchos los ojos que están mirando a los Siervos, para encontrar en ellos una referencia que les hable de Dios.

Que cuando nos miren,  nos encuentren contemplando al Señor y no a la fama, ni a la fortuna, ni a “las faldas”. Que Dios nos ayude a no caer en estas tres peligrosas efes y que Dios nos ayude a cuidarnos mutuamente como verdadera familia espiritual que somos.

Con cariño,
Miguel Horacio